Con el objetivo de conocer el entorno de mi anfitrión y,
en concreto, los flujos que le rodean en el sureste, Maren y yo hemos estado
trabajando durante estas semanas en un transductor que permita transformar uno
de estos flujos de su atmósfera en otra forma de energía que me permita
reconocerlo con mayor facilidad.
Para comprender la
utilidad de mi dispositivo, he de comenzar explicando cómo es el entorno laboral
de mi anfitrión: como he publicado anteriormente, Maren trabaja en un Club
hípico denominado Los Establos al pie de la ladera de la Sierra de
Betíes. Dicho lugar está formado por diferentes espacios,
en los que Maren practica diferentes actividades. Los espacios cerrados sirven
como lugar de almacenaje de herramientas y objetos necesarios para su día a
día, los semiabiertos, los utiliza como lugar de descanso y protección del
caballo contra agentes atmosféricos tales como la lluvia el calor y el viento,
y por último los espacios abiertos, las pistas habilitadas para dar clase de
hípica.
Uno de los flujos que más me llamó la atención fue la temperatura, tras estudiar dicho “movimiento atmósferico”, comprender como el
calor puede afectar al rendimiento y la salud de los caballos, y analizar los diferentes espacios de su
entorno, las diferentes temperaturas y el acondicionamiento de estos contra los
excesos de calor y la deshidratación, elaboré un transductor termoeléctrico,
con el fin de que cuando detectara las altas temperaturas fuera capaz de
alertarme, y por consiguiente yo supiera que el caballo no puede trabajar.
A continuación adjunto una serie de imágenes del
dispositivo y un vídeo en el que se reproduce el funcionamiento del mismo.
Diagrama y estudio de las temperaturas en el entorno de
Maren.
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